sábado, 16 de noviembre de 2013

Conociendo las neuronas en mi nariz y el sentido del olfato.

El olfato es uno de los sentidos químicos más importantes y complejos que existen; a diferencia de la vista con tres clases de conos y el gusto con cinco receptores, el olfato tiene cientos de receptores que logran identificar una sustancia a la perfección mediante exposiciones prolongadas. Pese a esto, es un sentido pobre comparado con los miles de receptores olfativos que tienen los ratones (capaces de reconocer olores que ante los humanos son similares) [Rubin y Katz, 2001]. Este sentido que se adapta con mayor rapidez; capaz de agudizar exponencialmente la identificación de olores con exposiciones prolongadas [Kurahashiet al, 1994].

El sentido del olfato responde a sustancias químicas que entran en contacto con membranas al interior de la nariz -Figura 1 al final del texto-. Allí hay neuronas que recubren el epitelio olfativo con cilios (dendritas – cola de neurona- como hilo) extendiéndose sobre la superficie de la mucosa hasta el bulbo olfativo en el cerebro, sobre el cilio están los receptores olfativos, que se activan con cadenas de proteínas. Cada receptor olfativo se regenera cada mes, produciendo nuevas células maduras troncas, poniendo las nuevas células olfativas en el mismo sitio de la anterior con la misma proteína receptora [Nef, 1998]

En los mamíferos existe un Organo Vomeronasal -VNO por siglas en inglés-, encargado de responder a feromonas; respondiendo a olores nuevos, no olores continuos. En humanos el VNO es muy pequeño y sin receptores, sin embargo, parte de la mucosa olfatoria contiene receptores que cumplen la función del VNO [Liberles y Buck, 2006]. Se sabe que el sudor masculino genera en las mujeres altos niveles de cortisol -hormona de estrés-, por esta razón un hombre sudoroso no encanta a mujeres [Wyart et al, 2007]. A su vez, la probabilidad de encontrar pareja amorosa aumenta si los cónyuges poseen olores similares (olores idénticos se repelen) [Jabo et al, 2002].

La exposición prolongada a sustancias tóxicas, dañan la superficie olfatoria, causando daños irreversibles en proporción a la superficie afectada. Se genera porque el sistema encargado del reemplazamiento de células olfatorias regenera varias células al mismo tiempo y las conexiones no se hacen correctamente [Iwema, 2004]. Teniendo en la casa una importante fuente de agentes agresores: las mascotas y sus heces; provocando enfermedades zoonóticas -de animal a humano-, de tipo viral (parvovirosis) y parasitarias (ascaridiasis, anquilostomiasis, etc.).

Figura 1 (Proporcionada por @NekoCadaver/Autor)
El contacto ambiental es un riesgo grave que desarrolla cambios hitopatológicos -microscópicos en tejidos u órganos-, originando lesiones directas sobre la mucosa nasal. Sin embargo, el tiempo de exposición en ciudades grandes (como el Distrito Federal), no da diferencias estadísticas significativas, predominando la inflamación crónica y metaplasia escamosa -transformación de un tejido adulto en otro tipo- [Viveros-Añorbe y Rivera-Cruz, 1999].

Texto e investigación por @NekoCadaver. Cualquier comentario ponerse en contacto directamente con el autor por medio de Twitter. Colaborador para el Blog de Mundo y Tecnología.

1 comentario:

  1. Muy interesante!

    Solo un apunte
    En el texto da la sensación de que las enfermedades zoonóticas sean debidas al olfato, cuando no es así. Ese párrafo lo eliminaría o lo ampliaría.

    Un saludo!

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